A lo largo de los últimos años he comenzado muchos proyectos. Empresariales o no, pero proyectos al fin y al cabo. En este artículo quiero reflexionar sobre compartir proyectos y ¿por qué no? saber desvincularse de proyectos.

Compartir es vivir... o no

Compartir un proyecto es difícil. Porque es complicado formar equipos que tengan la misma visión, objetivos, intereses,... Y es muy complicado compartir una participación justa en el proyecto. Es más complicado aún si has empezado tú sólo y durante un tiempo has sido el único padre de la criatura. Puede llevarte el sentimiento de quererlo todo para ti. Pero compartir a veces se torna imprescindible para que el proyecto siga adelante. O simplemente obtendrías más beneficios si el proyecto fuera más grande con más gente involucrada.

He conocido emprendedores que han sido incapaces de entender que es mejor tener el 40% de algo que el 100% de nada. A la hora de buscar socios o inversores es muy importante tener claro que quieres asociarte y marcar bien las condiciones. Pero si se hace bien sucederá que no tendrás todo el pastel, pero el pastel ha crecido, y una parte de él es ahora más grande de lo que era antes todo el pastel.

También hay que tener en cuenta que es mejor estar sólo que mejor acompañado. Así que elige bien a tus compañeros de viaje. De eso hablaré en otro post... quizá.

Abandona a tiempo

También he conocido personas que se resisten a admitir la realidad (¡muchísimas personas!). Y a veces la realidad te dice que es mejor que abandones. Que abandones el proyecto para que otros lo mantengan, o que abandones el proyecto para que muera.

No es agradable que muera un proyecto. Y menos en un país en el que intentar algo y fracasar está tan mal visto. La muerte de un proyecto debe ser asimilada como una lección aprendida. Debes aprender de tus errores y volver a intentarlo, pero sabiendo que ahora tienes más experiencia para afrontar el reto. Como cuando aprendiste a ir en bici: caerse y volverse a levantar, hasta que puedes disfrutar de la brisa rozando tu cara sin temor a perder el equilibrio.

Es duro admitir que se ha invertido muchísimo esfuerzo y tiempo en un proyecto y parece que ese tiempo y esfuerzo se tiran a la papelera cuando el proyecto se abandona. Pero no te engañes. El tiempo y el esfuerzo ya están en la papelera, lo único que consigues manteniendo el proyecto es tirar a la papelera más tiempo y más esfuerzo. Si un guiso te ha costado 8 horas hacerlo y luego está asqueroso ¿te lo comes? No, lo deshechas, comiéndotelo no consigues nada. Fíjate en qué te equivocaste para que la próxima vez te salga bueno.

Finalmente también quiero hablar de abandonar un proyecto, pero dejando al mando a otras personas. En mi experiencia he abandonado proyectos y empresas que han seguido funcionando. Y estoy contento con esas decisiones. Puede haber muchas razones para abandonar un proyecto. Que te motiven otras cosas, que pienses que otras personas pueden aportar más que tú, u otras razones menos bonitas, como no tener una buena relación con el equipo, etc.

Pero sea por lo que sea hay ocasiones en lo que lo mejor es abandonar, y abandonar bien, sin dolor. Un abandono no tiene que ser traumático, ni mucho menos. Seguramente dejaste un día de tocar la guitarra, o de hacer judo, o de hacer ballet,... aunque te gustase mucho sentiste que querías dedicarte a otras cosas. Pues es lo mismo. En la vida tienes que pensar qué es lo que quieres hacer y puede que tus preferencias cambien. Así que intenta hacer en cada etapa de tu vida lo que más te apetece. Y si eso cambia, no sigas haciendo lo mismo, porque tendrás la cabeza en otro mundo y será contraproducente para tu equipo y para ti.

En definitiva, enamórate de tus proyectos, ten motivación, pero también aprende a compartirlos o desvincularte de ellos. Los proyectos no son personas, así que no les romperás el corazón :)